viernes, 22 de octubre de 2010

Pasan cosas...


A veces nos pasan cosas, cambios que se presentan sin uno esperarlos. Irrumpen sin pedir permiso, insolentes, agresivos. Luego se hacen más llevaderos, le vamos tomando confianza y hasta podemos hacermos más amigos de ellos.


Desde la Psicologìa Social sabemos que los cambios nos enfrentan a los dos miedos básicos: miedo al ataque y miedo a la pérdida. Lo nuevo se presenta tan desconocido que nos aferramos a lo que teníamos. Es natural, es humano. Sentimos como una pérdida lo que hasta hace un segundo era nuestro, o falsamente lo sentíamos así. Como si perdiéramos algo. Pura ilusión.


Otra arista el el apego. Nuestra cultura, nuestro imaginario social nos dicen que pertenecer es lo que vale, que somos en tanto y en cuanto tengamos tal bien material, tal puesto,tal lugar. Y lo compramos.

El desapego es justamnete lo contrario. Poner el acento en ser más que en tener. Poder vivir libre de aquellas cosas que nos atan. Es deshacerse de tanta cáscara para quedarnos con lo esencial, lo valioso, lo que somos, no lo que tenemos.

Es difícil, es trabajoso, es un aprendizaje constante.


Por último, un cambio no querido ni pensado se puede vivir como frustración o como posibilidad. Yo elijo la segunda opción y esto queridos lectores de mi blog me pasó esta semana.

Quiero agradecer también a quienes me acompañaron a transitar este cambio, desde mi amada familia, esposo, hijos y padres, hasta mis queridos/as amigos/as que con sus palabras, consejos y aliento supieron sostenerme. GRACIAS!!

CRIS


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